Después de las experiencias con Hamletología y ¡Quién va!, vuelvo a Laboratorio Teatro para ver su nueva creación, Así habló Zaratustra.
A diferencia de las dos anteriores, como se puede deducir del título, Así habló Zaratustra no es una nueva exploración de Hamlet, sino una especie de biografía teatralizada del filósofo alemán, que repasa sus principales ideas y algunos episodios vitales, como su amistad rota con Wagner.
También, a diferencia de las otras, Jessica Walker no solo dirige en directo sino que, además, interpreta a Nietzsche en más de una ocasión.
El montaje concatena escenas de movimiento, con fragmentos más reflexivos, monólogos y relajos cómicos. De hecho, la comedia y, en ocasiones, la farsa, aunque habituales en el trabajo de esta compañía, tienen un papel más predominante en este montaje, tal vez para contrarrestar la crudeza y la aridez de un relato con una alta carga simbólica y filosófica.
En escena, ocho entregados intérpretes (incluida una pianista en directo) que, solamente con sus cuerpos y unas burras de vestuario con ruedas consiguen llenar el espacio y transmitir con claridad su mensaje. Destacan en esta ocasión la propia Jessica Walker, que, sin decir una palabra, nos muestra el paso del filósofo de la cordura a la locura, y Carlos Martín-Peñasco, que, entre otros, interpreta a Wagner y que transita con maestría de la comedia al drama con solo un gesto.
Una de las cosas que más me gustan de ir a Laboratorio Teatro es su liturgia del hecho teatral. Ir a ver un montaje de esta compañía no solo supone ver teatro experimental de calidad sino también sumergirse en una forma de ver y sentir el teatro especialmente intensa. Solamente por eso, ya merece la pena acercarse a su casa. Nunca dejan indiferente.