Hay veces en que sencillamente leyendo la sinopsis de un espectáculo, te enamoras de él. Eso me sucedió a mí con La conquista de lo inútil. Juzguen ustedes mismos: “¿Por qué alguien se sumerge a 122 metros de profundidad solo para conseguir un récord de apnea? ¿Qué empuja nuestras acciones más triviales, aquellas que ninguna causa justifica y por las cuales hay que hacer esfuerzos sobrehumanos para obtener unos resultados ínfimos? El artista Oscar Gómez Mata hace subir a escena al entusiasta, es decir, al hombre o la mujer que cree en su capacidad de transformar a las personas y las cosas y que ha creído esencial… aquello que no lo es. ¡La conquista empieza aquí!”. ¿Es o no es para enamorarse?
Y así me dirigí al Antic Teatre sin saber nada de la compañía L’Alakran (una compañía con 20 años de historia) pero convencida de que íbamos a entendernos. Y así fue.
La conquista de lo inútil reflexiona sobre las fuerzas invisibles que nos empujan a levantarnos cada día de la cama para enfrentarnos con entusiasmo y energía a las tareas más inútiles. El espectáculo arranca con una conversación entre las sombras de Jorge Luis Borges, Virginia Woolf y Guy Desbord, atrapados entre la trascendencia de los seres a los que reflejan y el absoluto tedio que supone dicha trascendencia. Después, uno de los actores nos hablará de lo complicado que resulta sacar adelante un espectáculo y de cómo todo parece en muchos momentos un esfuerzo inútil, sobre todo cuando el éxito no llega. ¿Tiene sentido ser un artista y no ser reconocido por las masas? Así, poco a poco, iremos conociendo una serie de personajes, cada uno con sus peculiaridades, que nos hablarán de sus rutinas y de cómo se enfrentan a ellas, pero todo esto constituye solo una parte del espectáculo.
La conquista de lo inútil funciona en distintos planos y, mientras un personaje nos habla, en la retaguardia vemos a otros llevando a cabo tareas inútiles de la forma más inútil posible. Una representación gráfica del infierno para cualquier persona obsesionada con el orden o la optimización. Siguiendo el lema “Máximo esfuerzo, mínimo resultado”, los actores montan y desmontan una escenografía absurda llena de detalles que, cosas del destino, acabará destruida una y otra vez. Y es que el azar, el imprevisto, es una parte integral de un espectáculo destinado a recordarnos sin cuartel la inutilidad de la vida en general.
Javier Barandiarán, Txubio Fernández de Jauregui y Esperanza López nos brindan un trabajo excelente, que mezcla técnicas de teatro físico y clown, y rompe la cuarta pared prácticamente desde el primer momento. Sus interpretaciones eran frescas, divertidas y, al mismo tiempo, muy serias.
La conquista de lo inútil es un espectáculo cargado de ironía que, sin dar lecciones ni ir de trascendente, nos pone a todos en el disparadero y que, con la ayuda de una buena dosis de humor absurdo, nos empuja a replantearnos por qué hacemos lo que hacemos, cuáles son nuestras prioridades y qué es lo que realmente nos importa. El mejor espectáculo que he visto jamás sobre la crisis de madurez, quizá porque no se toma a sí mismo demasiado en serio. Todo un acierto.