Dramaburg

Los habituales me habéis oído hablar en más de una ocasión del DespertaLab, un ciclo de teatro experimental que tiene lugar en la Sala Atrium hacia el mes de julio. A mí es un ciclo que me encanta porque, sabiendo siempre que vas a ver piezas que deciden conscientemente explorar nuevos lenguajes, nuevas formas, nuevas visiones, nunca decepciona. En DespertaLab he visto montajes mejores y peores, pero nunca nunca me he aburrido. Dramaburg fue estrenado en el DespertaLab de hace un par de años, pero yo no pude ir a verlo entonces, así que me encantó saber que Àtic 22 lo recuperaba.

Dramaburg arranca con un paisaje postapocalíptico en el que unos operarios limpian la zona de una explosión nuclear para su posterior visita. El capitalismo explotando hasta los mayores desastres para saciar nuestra sed de espectáculo. Pero una operaria nos explicará el auténtico motivo del desastre. A partir de ahí arranca el relato de un descenso a los infiernos en el que seguimos la evolución de un periodista (y las voces que lo habitan) que se cuela en un gran evento de moda para intentar poner al descubierto su superficialidad.

Dramaburg integra texto y movimiento de manera brillante en algunos momentos (la primera escena, por ejemplo, o el momento en que Laia Alberch lanza su monólogo sobre las palabras que se lo dejan todo perdido) pero en otros la mezcla no acaba de cuajar (sobre todo hacia la parte final). Lo mismo sucede con el texto, que arranca con fuerza y capta sin esfuerzo el interés del público, pero que, a medida que avanza la trama, va cerrándose en sí mismo hasta hacerse cada vez más ininteligible, con estallidos de escritura automática, metáforas de metáforas de metáforas y bromas que parecen casi privadas. Por otro lado, yo habría agradecido una dramaturgia más equilibrada y menos clásica en cuanto a género, ya que, a la postre, los personajes femeninos actúan principalmente de apoyo y comparsa de los masculinos, que son quienes llevan el peso del discurso.

En escena, cuatro intérpretes que no se dan tregua y que tienen muy claro lo que hacen y por qué lo hacen. Destaca necesariamente el trabajo de Xavier Torra, en su papel de periodista tímido e inseguro arrastrado a los infiernos, y Laia Alberch, que cuenta con los que, para mí, fueron los tres monólogos más interesantes.

Una puesta en escena desnuda, un vestuario original y marciano y unas proyecciones trabajadas completan una propuesta que explora las inseguridades y el ego de los creadores, el concepto de espectáculo y su relación con el Apocalipsis de nuestra civilización, cuestiona el capitalismo y pone en escena unas cuantas imágenes potentes que quedan a la interpretación del espectador. Un texto que, a pesar de perderse en sí mismo en algún que otro giro, resulta interesante.

 

Dramaburg
Autor: Carlos Perelló. Dirección: Guillem Gefaell. Reparto: Laia Alberch, Rafa Delacroix, Georgina Latre y Xavier Torra. Diseño de vestuario y escenografía: Margheritta Mantovani. Diseño de luces: Òscar Palenque. Espacio sonoro: Guillem Gefaell. Producción y comunicación: Júlia Simó. Vídeos: Manel Arévalo.
Sala: Teatre Tantarantana. Àtic 22. Fecha: 08/02/2018.

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