Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa forma parte de un ambicioso proyecto de teatro documental ideado por la compañía de teatro mexicana Lagartijas tiradas al sol titulado “La democracia en México 1965-2015”, que constará de 32 piezas, una por cada uno de los estados del país centroamericano.
Cada una de las piezas tiene sus propios códigos escénicos y su forma de presentar la información. En el caso de Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa, nos encontramos ante una conferencia, ni más ni menos. De hecho, a la salida, el comentario más oído fue “esto no es teatro”, sin embargo, la emoción que contiene la pieza y la catarsis a la que puede conducir me hace estar en parte en desacuerdo con esta afirmación.
Es cierto que Luisa Pardo nos explica la historia del estado de Veracruz y su evolución (más bien diríamos degradación) política hasta el momento actual siguiendo un guión muy de conferencia enunciando datos y aportando pruebas. Pero también es cierto que el orden en que se nos presenta esta información, el tono emocional de ella y las imágenes y los objetos que aparecen en escena no son inocentes ni han sido elegidos al azar. Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa aporta datos escalofriantes que, por sí mismos, helarían la sangre al más pintado, pero lo hace de una forma que nos obliga a mirar a los ojos a la barbarie y a empatizar. No podemos quedarnos al margen del relato ni evitarlo, y es en esa implicación donde radica, para mí, el valor teatral de Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa, en esa implicación, en ese mirarse en el espejo.
Veracruz, nos estamos desforestando o cómo extrañar Xalapa es un texto duro, difícil de tragar y olvidar, difícil de obviar, pensado para indignar y remover conciencias pero huyendo de la facilidad o la demagogia. Un relato de la destrucción de un país y una sociedad mediante la violencia y la corrupción política. Una historia que quizá deberíamos escuchar con más atención de la que pensamos.