Después de analizar la (nada modélica) Transición y al monarca que heredó un país para comérselo tras el régimen fascista de Franco en El Rey, Teatro del Barrio se ha hecho la pregunta correcta y ha vuelto a analizar este periodo histórico desde la perspectiva económica; porque money makes the world go round y, como nos enseñó The Wire, si seguimos la pasta normalmente encontramos a los culpables (y, alerta spoiler, estos no suelen ser los que llenan titulares en los periódicos).
Así, en Masacre, Alberto San Juan examina el sistema bancario español desde principios del siglo XX, cuando se crean los principales bancos nacionales, hasta la actualidad, donde, con distintos nombres y tras algunas fusiones, siguen vivos y coleando. La tesis es sencilla: la riqueza de España está en manos de un puñado muy estable de familias más emparentadas que la realeza europea que llevan amasando capital desde principios del XX y para quienes ni la dictadura ni los gobiernos democráticos han supuesto jamás un freno, más bien al contrario.
Esta parte histórica y documentada, cargada de datos, fechas y nombres que, a pesar de lo que podría parecer, se sigue con facilidad (aunque valga la pena comprarse el texto a la salida para releer) va intercalada con una historia más cotidiana. Un referente real y concreto para representar a una supuesta clase media alta que, en España, siempre ha presumido de tacón pero ha pisado con el contrafuerte. Una pareja en crisis que vende una imagen de éxito y vive por encima de sus posibilidades en una urbanización de lujo mientras esconde sus miserias. El típico español que no solo no reconoce al enemigo cuando este le roba la merienda, sino que además le vota orgulloso cada cuatro años.
Con una escenografía mínima (una silla) y un elegante juego de luces, Marta Calvó y Alberto San Juan dan vida a todos los personajes, históricos o no, cambiando de tercio en cada escena para transportarnos en este viaje tan indignante como educativo. Un despliegue interpretativo excelente y cargado de matices, con un gran trabajo físico.
Masacre es teatro necesario, de guerrilla, de resistencia. Teatro político que nace de la indignación pero también del deseo de crear una sociedad más informada y empoderada, más libre. Desde aquí mi aplauso y agradecimiento.