Olvidémonos de ser turistas

No me pasa a menudo (no nos engañemos, no me pasa casi nunca) que al asistir a una obra de teatro de texto contemporáneo el diálogo, la palabra, me encandile desde la primera escena. Algo que debería suceder en todos los montajes “de texto” (que por algo lo son), acaba resultando tan poco frecuente que mentiría si no dijera que ayer me embargó una extraña euforia. El culpable tiene nombre, Josep Maria Miró, y yo unas disculpas que presentar, hasta ayer no había visto ningún montaje suyo (en qué demonios estaría pensando…)

Y es que Olvidémonos de ser turistas es el triunfo de la palabra, de los diálogos, de las situaciones cotidianas con tintes extraordinarios. La trama gira en torno a un matrimonio que se encuentra de viaje en la triple frontera (Brasil, Argentina y Paraguay) y emprende un inesperado viaje (tanto literal como metafórico) de aceptación y autodescubrimiento. Cada miembro de la pareja transitará un camino distinto para llegar al mismo destino y nosotros, los espectadores, asistiremos a los breves encuentros con desconocidos que salpican el trayecto y que nos permiten construir pieza a pieza el puzle del suceso que ha propiciado el viaje.

El texto, como ya he dicho, es una delicia. Las conversaciones entre los personajes fluyen con una naturalidad absoluta y, sin embargo, como sucede con los buenos textos, se nota que ninguna palabra ha sido puesta ahí al azar. Es obvio que cada frase, cada giro, ha sido meticulosamente elegido para que tenga el ritmo y la forma que buscaba Miró. Y es que escribir no es juntar palabras (aunque algunos así lo crean) y los textos dramáticos deben ser, por encima de todo, buenos textos.

Pero, además, Olvidémonos de ser turistas cuenta con un reparto que sabe poner en pie y dar vida a ese texto.  Lina Lambert y Pablo Viña, en el papel del matrimonio protagonista, una pareja a quien se le ha roto la comunicación, a pesar de seguir amándose, y Eugenia Alonso y Esteban Meloni, que cambian de piel a cada escena y dan vida a todo el crisol de personajes que los acompaña en su viaje. Sus interpretaciones precisas, sobrias, elegantes, bien vocalizadas y, sobre todo, cargadas de verdad, me fascinaron.

Con una puesta en escena discreta y consciente de qué es lo importante, Olvidémonos de ser turistas es, por encima de todo, un viaje emocional en busca de una respuesta inexistente. Un trayecto que habla de lo poco que conocemos incluso a las personas que más queremos, de la necesidad de tener un espacio íntimo, propio y secreto, a sabiendas de que eso puede hacer daño y de la necesidad de obtener respuestas cuando la vida muestra su peor cara. Una historia tan bien contada que me habría gustado que no acabara.

Olvidémonos de ser turistas
Autoría: Josep Maria Miró. Dirección: Gabriela Izcovich. Reparto: Eugenia Alonso, Lina Lambert, Esteban Meloni y Pablo Viña. Escenografía: Enric Planas. Iluminación: Maria Domènech. Vestuario: Albert Pascual. Caracterización: Coral Peña. Música original: Lucas Fridman. Fotografía y audiovisuales: Mercè Rodríguez. Fotografía promocional: Kiku Piñol. Video promocional: Raquel Barrera. Ayudante de dirección: Daniela Feixas. Productora ejecutiva en Argentina: Silvina Silbergleit. Ayudante de escenografía (alumna en prácticas de ELISAVA): Marta Geòrgia. Auxiliar de dirección (alumna en prácticas de la UPF): Catalina Camp. Una coproducción de Sala Beckett/Obrador Internacional de Dramatúrgia, Teatro Español y Cía. Gabriela Izcovich.
Sala: Sala Beckett. Sala de Baix. Fecha: 15/02/2018. Fotografía: Mercè Rodríguez.

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