Muy de vez en cuando, sobre todo porque, si no, no me daría la vida, me paso por el Institut del Teatre a ver espectáculos de final de grado. A veces me llegan voces que me los recomiendan y otras son los propios artistas los que me invitan. Y la verdad es que esta vez me hizo ilusión. Después de haberme cruzado con Francesc Cuéllar tres veces esta temporada (la primera como intérprete de P/P (propiedad privada) en el Festival TNT, la segunda en el Tantarantana como miembro del colectivo que parió Los bancos regalan sandwicheras y chorizos y la tercera en La Vilella como director y dramaturgo de My Low Cost Revolution (justificaciones del por qué soy una radical de mierda)) no pensaba negarme a poder ver (en primicia) su nuevo trabajo.
Y así acabé el martes pasado en uno de esos sótanos del Institut del Teatre no apto para claustrofóbicos viendo Protocolos de acción frente a lo desconocido, un espectáculo performativo que explora los mecanismos de la catarsis mediante el cuerpo de los intérpretes.
Gaia Bautista, Agnès Jabbour, Anna Pérez Moya, Nikole Portell y el propio Cuéllar (aunque su aparición es breve y el grueso del trabajo interpretativo recae en ellas) ponen el cuerpo escena tras escena en busca de una emoción, de un sentimiento que justifique su arte. La pieza cuestiona qué es el arte, de dónde surge y cuál es la posición del artista en todo esto. De dónde nace el impulso creativo, cómo se justifica y hacia dónde nos lleva, y todo esto lo hace apoyándose en el movimiento, pero sobre todo en la carne de los intérpretes a quienes veremos bailar, arrastrarse, golpearse, autolesionarse y explorarse en busca de aquel momento en el que lo físico trasciende y se convierte en otra cosa.
En un espacio casi vacío pero con el apoyo de proyecciones, un espacio sonoro trabajado y algunas vísceras, Protocolos de acción frente a lo desconocido sigue en la línea de My low cost revolution, aunque en un tono más serio, menos juguetón y más reflexivo. Un trabajo interesante que consigue emocionar e inquietar a la platea.
Apuntaos el nombre de Francesc Cuéllar, no tengo duda de que le veremos hacer grandes cosas.