Gazoline

Antes de cualquier función de La Joven acostumbra a salir a escena un miembro de la organización que explica el proyecto y sus antecedentes (si no conoces a La Joven, te recomiendo que leas esta entrada, que tiene ya unos cuantos años, donde lo explico) y ayer, en la sala Tallers del TNC, no fue una excepción. Y lo que dijo me puso inevitablemente en guardia. Explicó que Gazoline había nacido como proyecto después de observar la diversidad étnica de las plateas en las funciones para institutos que hacen constantemente a lo largo del año. Ante aquellas plateas, no parecía adecuado mantener una escena completamente blanca. Y esa idea, que es acertada, llevó a Gazoline, una solución, en mi opinión, profundamente desacertada.

Empecemos por lo obvio. Hay una forma exageradamente sencilla de hacer que los repartos de las obras no sean cien por cien blancos: contratar a intérpretes racializados para interpretar papeles tradicionalmente blancos. Esto no me lo estoy inventando yo, diosa me libre, los ingleses hace tiempo que lo hacen. Sus clásicos y no tan clásicos están llenos de intérpretes racializados y, oh, sorpresa, no pasa nada. Si La Joven quiere que las plateas de los institutos se vean reflejadas en escena haría bien en incluir actores racializados en todos sus montajes, así de fácil. No hay ningún motivo para que el reparto de Fuente Ovejuna sea cien por cien blanco, ni el de Hey Boy, Hey Girl, ni el de Punk Rock, ni el de Playoff (por poner solo ejemplos de montajes que he visto) y, sin embargo, lo son. Pero todos tranquilos, no pasa nada, para dar espacio y representatividad a las personas racializadas vamos a hacer un montaje sobre un gheto europeo, pero no español, para poder dejar claro que los chavales de origen musulmán y racializados son «los otros», con «sus» barrios, «sus» problemas, «sus» contradicciones y, para más inri, centramos la acción en París para poder irnos a casa con la sensación de que eso pasa allí pero aquí, en España, eso no pasa, podemos dormir tranquilos, los racistas son los otros y mira, cómo vamos a ser racistas nosotros, si hasta les dejamos actuar en el teatro.

No me malinterpretéis, sé que estoy forzando el argumento, sé que contar historias como la que cuenta Gazoline es importante y contribuye a la representatividad y estoy convencida de que no hay maldad en la intención de La Joven ni de Jordi Casanovas, pero también creo que es un error plantear Gazoline en los términos en los que está planteada porque, al final, la historia de estos chicos de banlieu suena lejana, ajena y estereotipada. Al final, estamos ante una historia pensada por una persona blanca desde España, una historia imaginada desde otro contexto que, en lugar de ceder la voz y el espacio, se apropia de estos para hacer un «producto» adaptado a las necesidades del momento.

Y es una lástima, porque Mard B. Ase, Michael Batista, María Elaidi, Prince Ezeanyim y Delia Seriche, intérpretes de la pieza, deberían tener la oportunidad de trabajar en muchos otros montajes e interpretando muchos otros papeles; la calidad de su trabajo fue lo que consiguió que no me desconectara totalmente de la pieza.

En un montaje como Gazoline, lo importante no es el qué, sino el cómo; los porqués. Y a pesar de que Casanovas (autor al que admiro desde siempre) tiene oficio y calidad y ha entregado un montaje solvente, no puedo aplaudir la forma ni el contexto ni la intención. Porque, a pesar de que es importante que autores blancos de prestigio se interesen por contar este tipo de historias, tienen que ser conscientes de cuál es su posición al hacerlo y trabajar para hacer textos no basados en la apropiación, donde quede claro desde dónde han sido escritos. No es fácil. Sin embargo, a la diversidad en los escenarios y la representatividad no se llega por el camino que propone Gazoline. Y creo que va siendo hora de que todos seamos conscientes de ello.

Gazoline
Autoría: Jordi Casanovas y LaJoven. Dirección: José Luis Arellano García. Reparto: Mard B. Ase, Michael Batista, María Elaidi, Prince Ezeanyim y Delia Seriche. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (AAI). Escenografía y vestuario: Sílvia da Marta. Vídeoescena: Bruno Praena. Coreografía: Andoni Larrabeiti. Música: Víctor Algora. Producción: Fundación Teatro Joven. Con la colaboración de Fundaciones Edmond de Rothschild. Con el soporte de Obra Social “La Caixa”.
Sala: Teatre Nacional de Catalunya. Sala Tallers. Fecha: 15/02/2020. Fotografía: (c) David Ruano.

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6 Comments

  1. Ibán 17/02/2020 at 21:50

    Cert que per donar visibilitat seria més adient donar papers protagonistes a negres. Pel contrari, vaig veure la història molt propera. Ara bé, estem davant d’una crítica d’una blanca que s’està apropiant de la veu dels altres. No puc aplaudir ni la forma ni la intenció d’aquesta crítica. Tots hem de ser conscient d’això.

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    1. Gema Moraleda 19/02/2020 at 13:44

      Hola Ibán, abans de publicar aquesta crítica vaig parlar amb una membre del col·lectiu «Tinta Negra» precisament per intercanviar opinions i assegurar-me que el meu discurs i la meva crítica, escrita des de la meva realitat de dona blanca, que en cap moment no amago, no queia en l’apropiació. Quan faig crítica la faig des de mi, com no pot ser d’una altra manera, però no tota denúncia és apropiació i no només les persones que pateixen una opressió la poden denunciar. Penso que la meva responsabilitat era plantejar les meves objeccions i els meus dubtes sobre aquest muntatge i així ho vaig fer.
      Moltes gràcies per comentar.

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    2. La Duncan 21/02/2020 at 10:39

      Ibán, gràcies per la preocupació per la possibilitat d’apropiació. En aquest cas, la Gema em va trucar personalment per comentar-me el que volia dir de Gazoline, per estar segura que la seva opinió era respectuosa i assenyada. Vam parlar de moltes coses i després, em va deixar llegir la crítica abans que es publiqués. Ho comento només per dir-te que l’autora és una persona molt responsable, que s’ha assessorat abans d’emetre una opinió.

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  2. Ibán 21/02/2020 at 15:57

    Hola tots, em sembla genial Gemma la teva feina per assessorar-te, però crec molt interessant l’ús de la idea d’apropiació com element d’exclusió. Veig que al igual que el concepte d’autenticitat s’hauria de presentar com porta per observar les taxonomies de qui pronuncia el discurs, no com element argumentatiu. Qui està autoritzat, quines són les característiques? Es a dir, no és un concepte objectiu o pur, no crec que es pugui utilitzar com ho feu, des de la meva perspectiva subjectiva.

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    1. Gema Moraleda 24/02/2020 at 07:53

      Ja veig que no ens posarem d’acord, Ibán.
      (I, per cert, el meu nom s’escriu Gema, amb una sola m.)
      Salut!

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